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30 abr 2013

Abdicación


Tómame, oh noche eterna, en tus
brazos y llámame hijo.

Yo soy un rey que
voluntariamente abandoné mi
trono de ensueños y cansancios.

Mi espada, pesada en brazos
flojos, a manos viriles
y calmas entregué;
y mi cetro y corona yo los dejé
en la antecámara, hechos pedazos.

Mi cota de malla, tan inútil,
mis espuelas, de un tintineo tan fútil,
las dejé por la fría escalinata.

Desvestí la realeza, cuerpo y alma,
y regresé a la noche antigua y serena
como el paisaje al morir el día.

-Fernando Pessoa

28 abr 2013

Cráneos rotos como lobos aullando


Yendo por frágil camino
Doy paso osado
Ante el recuerdo de mi infancia
Y veo por el reflejo
Que mi cuerpo se pudre

El mareo agolpa
Los recuerdos
En mi cabeza

Donde los besos
En la mejilla
Están prohibidos

Pidiendo a los cielos
Que me den
Alguna oportunidad

Para demostrar mi valor
Aúllo, pido, peleo
Entre las mentes de mentiras que desato violento
Y que la sangre que brote de mi me haga pensar
En las victorias futuras
Y en mis hermanos caídos

Oh dulce sueño eterno
Tu presencia me persigue de noche
Y de día como la luna

¿Te reflejas en mí?
Me atormenta la idea
De una vida desperdiciada

Y el miedo me abraza
Y me toca
Y me desbarata
Las penas de un amor perdido

Oh dulce crueldad barroca
En que no he de ser
Un abismo dentro
De otro abismo

O un aullido de coro en alguna madrugada
De alguna ciudad en algún continente

Y entonces pienso, mientras oigo caer suicidas
Y vino
Y vasos y mujeres
Alrededor de mis paredes

Las terrazas se llenan de espectadores
De ojos venenosos
Y se oye el clamor de un ganador
Reventándose la cabeza
Contra los suelos de los pueblos
Y yo me pregunto
Cómo puede vivir un suicida
Sin morir antes
Cada miserable hora
Cada sucio día

Entonces caigo en cuenta 
De que mis palabras
Mis escritos
Han matado al suicida
Y al ganador

Y mientras el vino me pudre
Las entrañas
Y mientras los suicidas caen
Y las mujeres me niegan
Sus cálidos labios
Pienso en mí
Como suicida
Y que cada noche que pasa
El odio y miedo se me escapan
Bajo el sueño
De algún día
Poder fallecer

Con una lápiz
Clavado en la mano
Y una flecha en mi cuello

-Pablo José Luis

27 abr 2013

Jorge Luis Borges Habla del Mundo de KAFKA


    Habla un discípulo de Kafka, un tardío discípulo de Kafka, pero que sigue sintiéndolo y agradeciendo lo mucho que él le ha dado y lo poco que él ha podido hacer con ese espléndido regalo de su obra.Quiero examinar aquí dos temas de Kafka, el "laberinto" y la "empresa imposible", pero antes quiero decir unas palabras sobre el modus operandi de Kafka, sobre lo que los escolásticos llamaron el "regregresus in infinitum" y que es un proceso intelectual bastante común tratándose de etiología o metafísica, pero raro tratándose de literatura y podríamos decir que fuera de algunos precursores, que de algún modo fueron inventados por él, fue inaugurado por Kafka.   Y quiero recordar a mi amigo Carlos Mastronardi, el gran poeta de Entre Ríos, ¿por qué de Entre Ríos? El gran poeta de la patria y del mundo. Yo recuerdo que él había iniciado la lectura de El proceso y me dijo lacónicamente: "Franz Kafka, Zenón de Elea". Y ahora se preguntarán ustedes qué es el "regresus in infinitum", para mí una de las grandes innovaciones de Kafka: es un proceso lógico, conocido por los escolásticos. Comenzaré por uno de los ejemplos más amenos de este método y tema de Kafka. El "regresus in infinitum" puede ilustrarse, creo que del modo más vívido posible, mediante las paradojas de Zenón de Elea, que dijo que si creíamos en la realidad del tiempo como hecho de instantes y la del espacio como hecho de puntos, el transcurso del tiempo y el movimiento son imposibles, e ilustra esto mediante varias paradojas que fueron refutadas por Aristóteles y comentadas por toda la filosofía después, pero recordaré dos simplemente, ya que en ellas se ve claramente cuál es el modo de Kafka y me permite recordar a mi padre.   Mi padre —yo tendría 9 o 10 años entonces—, en una casa por las orillas de Palermo una noche después de comer me mostró el tablero de ajedrez y me dijo, señalándome las casillas: Vamos a poner a una persona que está en esta casilla -y me señaló la casilla de la torre, la de la izquierda y quiere ir a la casilla de la derecha. Pues bien, tendría que pasar antes por la casilla de la reina. Yo dije, naturalmente, que sí. Y él me dijo: Pero antes tendrá que pasar por la casilla del caballo. Yo afirmé nuevamente. Y él me dijo: Bueno, aquí tenemos 8 casillas, ya que se trata de 64 casillas, que forman el tablero. Supongamos un tablero más largo, con un número indefinido de casillas. Para llegar de la primera a la última habrá que pasar por todas las casillas intermedias. Dije que sí y él me dijo: Muy bien, pero entonces, antes de llegar a la meta habrá que pasar por la casilla del medio, antes por la del medio del medio, antes por la del medio del medio del medio y así sucesivamente, es decir, que no se llegará nunca de una casilla a otra. Y no mencionó el nombre de Zenón de Elea, no me dijo que estaba exponiendo la ilustre paradoja de la filosofía griega, porque mi padre era profesor de psicología y sabía que son más importantes los hechos que las fechas y los nombres de quienes los inventaron. De modo que me dejó con esa perplejidad y luego de unas noches me preguntó si había oído la historia de la carrera de Aquiles y la tortuga. Dije que no, y me divirtió la idea de una carrera entre Aquiles, el de los pies ligeros, símbolo de rapidez y la tortuga, la morosa tortuga, símbolo de lentitud, y dije que me gustaría oír eso. Bueno, dijo, una vez corrieron una carrera Aquiles y la tortuga. Aquiles le dio a la tortuga 100 metros de ventaja, lo cual es justo, dado lo moroso de la tortuga y lo lento de sus hábitos. Muy bien, Aquiles recorre los 100 metros mientras la tortuga recorre 1 metro. Me preguntó si la cuenta estaba bien sacada, él sabía que lo estaba y le dije que sí. Muy bien, me dijo, recorre ese metro en tanto que la tortuga recorre 1 centímetro. Yo dije que sí, si Aquiles corre cien veces más ligero que la tortuga. Desde luego, me dijo, Aquiles recorre entonces ese centímetro, y la tortuga mientras tanto ha recorrido un milímetro. Y así siguen, de modo que Aquiles nunca podrá alcanzar a la tortuga. Pues bien, esto ha sido discutido después por Poincaré, por Bergson, por Bertrand Russell, por Stuart Mill, antes por Aristóteles, antes quizás por todos los filósofos y es realmente un argumento serio contra el hecho de que si el tiempo se compone de instantes y el espacio está hecho de puntos, una cantidad cualquiera no puede agotarse. Ese argumento lo aplicó William James. En sus Elementos de Psicología James dice: Vamos a suponer un cuarto de hora. Pero antes de que un cuarto de hora pase, tienen que pasar siete minutos y medio, pero antes tienen que pasar tres minutos y una fracción, y antes de que pase la fracción tiene que pasar otra, pero como el número de fracciones es infinito resulta que se saca como consecuencia que no puede pasar nunca un cuarto de hora. Pero curiosamente, cuando Zenón de Elea formulaba esas paradojas en Grecia cinco siglos antes de la era cristiana, un pensador chino, Lie Tsu la formulaba en China bajo la forma de una leyenda, una forma que hubiera complacido más a Kafka. Lie Tsu habla del cetro de los reyes de Liang y supone que ese cetro es heredado por cada sucesor de la dinastía. Cada uno tiene que cortar la mitad del cetro, que no es excesivamente largo, pero como nunca se llegará a la mitad de la mitad de la mitad de algo la dinastía es infinita, es decir, exactamente el mismo procedimiento de Aquiles y la tortuga y de aquella otra del tablero, que muestra la imposibilidad de que un móvil llegue a la meta. Ahora bien, ese procedimiento que se llama "regresus in infinitum" fue aplicado para refutar pensamientos, muchas veces lógicamente, pero Kafka fue el primero, o uno de los primeros, que lo aplicó a la literatura.

24 abr 2013

Un blues


El baile del blues es tan sólo una pieza nena, como una araña que camina sobre la mente genérica, y el pelo de sólo una pieza entre zapatos engominados y vino, se nos va toda la vida en escalas mientras la batería sigue su ritmo entre marchitas rosas, las cosas bajan para corroborar la emoción, y el barman asiente entre notas y notas cuando mis sensaciones de pista se acrecientan, las dudas y la guitarra me parecieran decir, te lo estás perdiendo chiquillo

Y tu hermano, ¿qué es del hermano?, ¿habrá muerto o sólo se fue a fiestear?, mañana en la tumba lo encontrarás sin conocimiento alguno, y las exequias sólo serán un canto más, una pieza que se ajusta al compas de tus propias pisadas en la oscuridad, se te está yendo chiquillo entre los bostezos en tu silla alquilada, y mañana aquella negra roja araña sobre tu cabeza cantará hasta dormir, y las ratas tocarán violines entre interludios de los bajos en las bandas de apoyo, hurgando en mí las solitarias apariciones de un cantante furtivo con la multitud, algún desquiciado que como cualquiera toca su música y la siente de por sí

Es una gota de café en las mesas mal cuidadas, hoces que con destreza cortan tripas al caer del tejado, y gatos que maúllan a la luz de la luna, inyectados en ojos de sangre, y nosotros cantando afuera, ya que nos han echado de nuestra propia suerte, esperando nada más que algún significado vago y pasajero para cualquier pregunta, tormentas de juicios en la confusión de las luces que aparcan en los estacionamientos, respiros flameantes que infligen nuestros sentimientos, las guitarras en el mar se van durmiendo, y la banda de apoyo se sumerge tocando hasta el final de nuestras voces, entre la confusión de una llamarada de escopetas que disparan al aire con voz de pronto blues nostálgico

-Joaquín Madariaga

23 abr 2013

Ante la ley

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.

-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.

La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:

-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.

El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.

Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:

-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.

Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.

-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.

-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?

El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:

-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

FIN

-Franz Kafka

21 abr 2013

Vuelvo en mí


Estoy tan adentro de mí que estoy afuera, que de ninguna manera estoy, y si soy a la medida de las cosas que siento, estoy en ciertos lugares, en ciertas instancias, y no cuando nunca pude acercarme a mí, pero los sabores que ahora respiro, llenan los vacíos de mis ojos y que de ninguna manera no podrían no estar, más que contemplando una foto en la palma de mis manos, resguardando una caricia con la yema de mis dedos, y pinchadas de fulgor incandescente, porque no podría estar haciendo alguna otra cosa, en este exacto momento, porque no quiero nada más que este momento, que de ninguna manera no podría ser otro, otro yo, más que la medida de de mí mismo siendo lo que soy para la primavera de nombre, de nombre conocido, y cuerpo conocido, que de mí mismo soy yo para aquella, tomando licores de viento suave, y embriagándome de muecas no tristes al anochecer

Tomo, tomo sintiendo el peso del suelo para caer durmiendo fuera de casa, sintiendo, sintiendo, como yo, tú, nada más que un mero intercambio de palabras, transforman cinceladas de grisáceo atardecer, mañana, ayer, hoy, escribiendo en diamante frases de primavera, porque yo, tú, entre pisadas con un rumbo sobre el eje de lo que no nos desconcierta, y que por el contrario nos atrae

Entre las tantas que nos han sucedido sostenemos un horizonte, porque podemos sonreír para no caernos, y yo contigo, sueño, y yo contigo, sueño cálido y realidad eres tú, hoy, siempre presente y al mismo tiempo siempre futuro, entre líneas, capas, que tu risa y la mía con nuestras manos, juntamos y no decaemos, aunque por las mañanas a veces el sol se haya quedado dormido, y la luna se despierte entre marañas de noticias funestas, yo y tú, como planos incorpóreos que trazan sus espíritus juntos, para transformarse en almas fundiéndose, que mientras como un niño me resguardas en tu regazo, y como mujer desnudas mis ojos, mientras que yo, como tuyo beso tu ser, y amada mía, fulgores de paz corren por nuestros

-Joaquín Madariaga

20 abr 2013

Leonora


¡El vaso se hizo trizas! Desapareció su esencia
¡Se fue; se fue! ¡Se fue; se fue!
Doblad, doblad campanas, con ecos plañideros,
Que un alma inmaculada de Estigia en los linderos
Flotar se ve.

Y tú, Guy de Vere, ¿qué hiciste de tus lágrimas ?
¡Ah, déjalas correr!
Mira, el angosto féretro encierra a tu Leonora;
Oye los cantos fúnebres que entona el fraile; ahora

Ven a su lado, ven.
Antífonas salmodien a la que un noble cetro
Fue digna de regir;
Un ronco De Profundis a la que yace inerte,
Que con morir
Indignos, los que amábais en ella solamente
Las formas de mujer,
Pues su altivez nativa os imponía tanto,
Dejasteis que muriera, cuando el fatal quebranto
Posó sobre su sien.

¿Quién abre los rituales? ¿Quién va a cantar el Réquiem?
Quiero saberlo, ¿quien?
¿Vosotros miserables de lengua ponzoñosa
Y ojos de basilisco? ¡Mataron a la hermosa,
Que tan hermosa fue!

¿Peccavimus cantasteis? Cantasteis en mala hora
El Sabbath entonad;
Que su solemne acento suba al excelso trono
Como un sollozo amargo que no suscite encono
En la que duerme en paz.

Ella, la hermosa, la gentil Leonora,
Emprendió el vuelo en su primer aurora;
Ella, tu novia, en soledad profunda
¡Huérfano te dejó!

Ella, la gracia misma ora reposa
En rígida quietud; en sus cabellos
Hay vida aún; mas en sus ojos bellos
¡No hay vida, no, no, no!

¡Atrás! Mi corazón late de prisa
Y en alegre compás. ¡Atrás! No quiero
cantar el De Profundis majadero,
Porque es inútil ya.

Tenderé el vuelo y al celeste espacio
me lanzaré en su noble compañía.
¡Voy contigo, alma mía, sí, alma mía¡
Y un peán te cantaré!

¡Silencio las campanas! Sus ecos plañideros
Acaso lo hagan mal.
No turben con sus voces la beatitud de un alma
Que vaga sobre el mundo con misteriosa calma
y en plena libertad.

Respeto para el alma que los terrenos lazos
Triunfante desató;
Que ahora luminosa flotando en el abismo
Ve amigos y contrarios; que del infierno mismo
al cielo se lanzó.

Si el vaso se hizo trizas, su eterna esencia libre
¡Se va, se va!
¡callad, callad campanas de acentos plañideros,
que su alma inmaculada del cielo en los linderos
Tocando está!

-Edgar Allan Poe

18 abr 2013

El mal


Mientras que los gargajos rojos de la metralla
silban surcando el cielo azul, día tras día,
y que, escarlata o verdes, cerca del rey que ríe
se hunden batallones que el fuego incendia en masa;

mientras que una locura desenfrenada aplasta
y convierte en mantillo humeante a mil hombres;
¡pobres muertos! sumidos en estío, en la yerba,
en tu gozo, Natura, que santa los creaste,

existe un Dios que ríe en los adamascados
del altar, al incienso, a los cálices de oro,
que acunado en Hosannas dulcemente se duerme.

Pero se sobresalta, cuando madres uncidas
a la angustia y que lloran bajo sus cofias negras
le ofrecen un ochavo envuelto en su pañuelo.


-Arthur Rimbaud

15 abr 2013

Ojalá fuera tan fácil



Tirado en la cama
Mientras pienso en las mujeres
Me creo herido
Como si alguien en algún lado del mundo
Estuviera apuñalando piedras

Mis recuerdos me aprietan el pecho
Y la ventana me incita a cometer suicidio
En el fondo tengo miedo
Pero los recuerdos
Y mis fracasos de agolpan en mi cabeza
Atiborrando todo con su amargura

Son las seis de la mañana
Hay marcha
No he dormido
Están dando las noticias
Y los presentadores parecen
No conocer el cansancio

Desde el almuerzo que no como
Pero no tengo hambre
En mi cuaderno esta el héroe
Contando mis poemas en algún café
O fumando en la terraza

Entonces un estruendo
Sacude mis entrañas
Veo a un montón de no-suicidas
Asomándose en sus terrazas
Y mi álter ego
Fuma y piensa:
“Qué bueno que no fui yo
Esta vez” 

-Pablo José Luis

14 abr 2013

Hemingway, borracho antes del mediodía



ella conoció a Hemingway en Cuba
y ella tomó esta foto de él un día
que estaba borracho antes del mediodía—
él estaba tirado en el piso
la cara hinchada con la bebida
la tripa colgando de su marrueco
apenas mirando
macho
después todos.

él oyó el click de la cámara,
levantó un poco su cabeza del
suelo y
dijo, "Hermana, jamás publique esa
foto."

Yo tengo la foto ahora enmarcada
en la pared sur
frente a la puerta.

la dama me la regaló


ahora su libro acaba de ser
editado por Rusconi (Italia) y se
llama
HEMINGWAY.

hay fotos:
Hemingway con la dama y un
perro.

el cuarto de trabajo de
Hemingway.

Hemingway alimentando un
gato.

La cama de Hemingway.

Mary Hemingway con
la dama.

Hemingway y Mary, Venezia, 31
ottobre 1948.

Hemingway y
la dama.

Hemingway y
Ettore Sottsass jr.
Hemingway, Venezia, marzo
1954.

pero
ninguna foto
de Hemingway
borracho antes del
mediodía.

de un hombre que era muy bueno
con la palabra

la dama la había guardado.

-Charles Bukowski 

13 abr 2013

Hoces


En las entradas para terminar sin pretender, en las salidas con nada más que el orgullo, y manejar la tormenta de juicios sin retorno, discernir que es lo que hay entre la tierra y el cielo sin quedarse entre medio, y seguir llameando tus propios respiros sin infligirse una confusión, manejar las hoces con destreza y cortar las tripas que van colgando, de las maldiciones que nos van atormentando y cortar, cortar y devorar, trozos de carne y órganos esperando nada más que algún significado vago y pasajero para una pregunta, infligir bronce en los brazos para relumbrar el hacer

Sembrar semillas para ver crecer preguntas, amueblar el terreno baldío de las paredes, y crear calles incluso sin respuestas, inyectarse el vuelo de las hojas y planear el descenso sutil al pasto, posar mi cabeza ahora que existo y dormir un rato, mientras el sol me abrigue, o una sombra y un té que me acompañe, veo los barcos a la mar, y duermo


-Joaquín Madariaga 

10 abr 2013

A un viejo poeta del Perú


Porque nos encontramos en el atardecer
Bajo la sombra del reloj de la estación
Mientras mi sombra estaba muriendo en Lima
Y tu fantasma estaba muriendo en Lima
Vieja cara necesitando afeitarse
Y mi barba joven saltando
Magnífica como el pelo muerto
En las arenas del Chancay
Porque yo pensé erróneamente que estabas melancólico
Saludando tus 60 años de alto
que huelen a muerte
de arañas en el pavimento
Y saludaste a mis ojos
con tu voz aflautada
Erróneamente pensando que yo era genial
para un joven
(mi rock and roll es el movimiento de un ángel
volando en la ciudad moderna)
(tu agitación Oscura es el movimiento
de un serafín que ha perdido las alas)
Beso tu mejilla gorda (una vez mañana
Bajo el estupendo reloj del Desaguadero)
Antes que yo vaya a mi muerte en un accidente de avión
en Norte América (mucho tiempo atrás)
Y tú vayas a tu ataque al Corazón en una indiferente
calle de Sud América)
Ambos rodeados por comunistas chillando
con flores en el culo
tú mucho antes que yo
o sólo en una larga noche en un cuarto
del viejo hotel del mundo
observando una puerta negra
rodeada de pajaritas de papel.

-Allen Ginsberg 

6 abr 2013

Tarde en el hospital


Sobre el campo el agua mustia
cae fina, grácil, leve;
con el agua cae angustia:
llueve

Y pues solo en amplia pieza,
yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
duermo.

Pero el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado:
llueve

Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso.

-Carlos Pezoa Veliz 

3 abr 2013

Sociedad del consumo

Caminamos de la mano por el supermercado
entre las filas de cereales y detergentes

Avanzamos de estante en estante
hasta llegar a los tarros de conserva

Examinamos el nuevo producto
anunciado por la televisión

Y de pronto nos miramos a los ojos
y nos sumimos uno en el otro

y nos consumimos


-Óscar Hahn