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30 sept 2011

Aplastamiento de las gotas.

Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve.
 Llueve todo el tiempo,     
afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros,
 que hacen    

  plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una   
   gotita en lo alto del marco de la ventana,
se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo  

    y se tambalea,
ya va a caer y no se cae, todavía no se cae.
Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los

      dientes mientras le crece la barriga, ya es una gotaza que cuelga majestuosa y de pronto    
  zup ahí va, plaf, deshecha, nada,
una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan en seguida,      
brotan en el marco y ahí mismo se tiran,
me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las  

    emborracha en esa nada del caer y aniquilarse.
Tristes gotas, redondas inocentes gotas. 

Adiós gotas. Adiós.        


-Julio Cortázar-

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