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19 nov 2011

Perdido en algún Oriente con Libertad.

De súbito logre despertarme tapado en sudor y nervioso, estuve todo el día recorriendo aquel lugar pero no encontré nadie. Mientras iba tocando las puertas, habitación por habitación, solo se repetía visualmente el mismo escenario, monótono y extraño, una ventana, un estante de libros que no conocía, una cama y en ella una rosa junto a una carta, ¿De Amor?, nunca me atreví a leerlas.

Esta ¿mansión?, si se le podía llamar así, era muy grande, sus dimensiones no eran proporcionales a lo imaginable e incluso llegaba a perderme entre tantos pasillos, la casa estaba llena de sutiles objetos que se podrían encontrar en lugares comunes y corrientes, en contraste a lo que supondría cualquiera al encontrarse ante un lugar de esta índole.

La luz era como una ironía punzante en el ambiente y tan solo con recordar algo tan inocuo como un espacio dividido entre murallas y los angostos pasajes de la rutina en los días que me he encontrado perdido, ahora ya empiezan a tener un doloroso sentido. Para que cada vez que pueda preguntarme en que he quedado, llegue a analizar lo que me rodea, quieto, tranquilo y no pueda tener el tiempo para tratar de detenerlo, inevitablemente cansado de caminar, vuelvo a esta casa. 

Conforme a los días, quedarme sentado me aburre, dormir me aburre, conversar conmigo mismo me aburre y he decidido dar un paseo. 

Y así los días fueron siendo y mi corazón sintió una vaga alegría, había nuevos colores, nuevos sabores, nuevos olores y conforme a sus “hallazgos” el tiempo ha tomado su vuelo. 
Recorro las calles en línea recta y voy memorizando cuantas he avanzado, algunas veces doblo hacia otro lado pero con suma precaución, debido a que cualquier percance podría confundirme, ¿de qué?, ni yo mismo lo sé, me da miedo seguir adelante, a la izquierda o la derecha, solo debo volver, me da miedo, volviendo no sé nada y de nadie, la nada podría ser todo mientras que así nadie es de mi pero me asegura un lugar, un lugar no del todo grato al cual le tengo cierto agrado, tan solo ante la mínima hospitalidad que representa su techo. El exterior me dio mucho miedo y he terminado por decidir que mi tiempo será dedicado a enfocar mis capacidades en la lectura, ella es la única que me abraza, sin brazos ni piernas, mente ni alma, fría y muerta, siempre mía.


- ¿ Alo, Alo?. 
- si. 
- Tengo miedo.


-Joaquin Madariaga-

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