Cuando el preámbulo suena con tambores fúnebres
Se señala la hora de ir al horizonte
Para perderse entre tétricas dudas,
De juventud y locura.
Las islas se acercan a la costa
Y la belleza se pudre en nosotros
Como el tiempo en la tierra
Y los dioses en su Olimpo.
Perdonen mi ignorancia,
La poesía me traicionó,
Pero sigo sirviéndole
Como una oveja a su pastor.
Los años pasan
Y envejezco en una inerte
Presencia divina,
Mientras el viento me corta
Al igual que los amores perdidos.
El día pasa,
La luna camina encima de mí,
Y no podemos ni mirar
Nuestras caras destrozadas.
- Pablo José Luis
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