Escucho una voz venida del viento, las laderas de los
riscos tienen invisibles ojos, a mi izquierda se encuentra un señor pintado de
colores divertidos, su cabello decolorado posee un gran ratón rey, lúcido le
habla a la pared sobre cuestiones de mecánica, que jugarreta tan divertida ven
mis ojos, que dulces posee mi corazón, unos crujidos, se rompen los suelos de
madera, la gente cae de forma inteligente y magistral por la miseria, y ríen
mientras caen cuando sus brazos se rompen, hoy es un día de marejadas, las olas
sobrepasan los autos, y se dan vueltas los cuellos al chocar con la acera, oh
miren, miren mis desconocidos amigos, miré allí a mi amigo pez, que le alimenté amigo pez, porque te
encontrabas saltando fuera del hogar, pero falleciste con mi comida, te di carne de cangrejo carmesí y un poco
pasada mezclada con greda, me senté a ver que pasaba cuando la curiosidad
exterminó al gato negro que se cruzó, oh camión oportuno que creó una imagen de
vísceras que volaban, las tardes poseen unas sorpresas en estas ciudades, que
cualquier noticia desearía, el señor fue a recoger los restos y los ocupó como
adornos rodeando su cuello, exquisitez de la moda americana en estos días, cuando
una pregunta se me asomó, ¿chico qué miras?, por lo que con firmeza mis
palabras de juventud le denotaron con claridad, “señor estoy absorto, espero al
bus”, uno nunca se aleja de preguntas imprudentes, el gobierno de mi país hoy
decretó que dentro de un vidrio secreto todo se transformó, y así mismo los
impuestos subirán, entre tantas cosas que pasan el hombre subió a su camión un
poco perturbado, perturbado de que el colorido hombre no le hubiese agradecido
el chiste del día, hoy, hoy siguió toda la escena rutinaria en una calle gris
de lunes por la mañana, cuando todas las bromas se llevaron el aliento de un
chico por allá en la calle cuarta con esquina en quinta, un garfio mantiene a
un joven colgado de fierros, la pared se volvió polvo luego de que el hombre
tanto le hablara, las ganas de hacer algo se secaron tardíamente para
desagracia pensaba el colorido hombre, un goce simple de perturbación que los
cuervos no se comieran a mi vecino, unas cuantas horas más mi bus, llegará para
quitarme de este lugar tan agradable, tan cálido, y de todas las formas que
pude conocer este lugar, fue esperando en un pozo tan bajo y no uno más ancho y
alto
-Joaquín Madariaga
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