Las tardes
de domingo
Ya son
demasiado grises como para opacarlas
Más con
nuestra
Inerte existencia
Y peor si le
sumamos el conformismo
Frente al
monitor
O a una taza
de café.
Nadie está
libre en el domingo
El comedor
esta callado, el sol entra por la ventana
La gente
camina con sus perros afuera
Arriba,
alguien canta.
El café se enfría
y la radio me acompaña
Mis únicos aliados
para este último día
De otra
semana
Esta tarde,
puede ser, que la soledad me abrace
No encuentro otro pasatiempo
Que el café y
la lectura
Y la neblina
que penetra la ventana
Me vigila
durante mi última taza
Mañana, otro
día
Otra semana,
y luego, otro domingo.
-Pablo José Luis-
-Pablo José Luis-
No hay comentarios:
Publicar un comentario