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11 ene 2013

Maestre compañero



Hay un pecado oculto en el cráneo de dios atisbando invivibles lugares, hemos desbordado peligro en la paz de las imaginaciones, en aquel camino de tierra que nunca conoceremos, bienvenido al ensueño encubierto de ternura truncada, aquí no se es sino deviniendo para sangrar por la boca todo lo que te dijeron ser, ese olvidado callejón en esa olvidada ciudad, yo soy ese hombre que camina por la vereda de la muerte bordeando el excelso decaimiento, y no siempre sino que es deviniendo el camino una y otra vez deviniendo, protegiendo lo que mañana asesinó por la espalda sin saber respirar, sin saber ni en lo más mínimo su lugar en este lado de la historia, sin entender el decaimiento singular de su figura personal, su estremecimiento plural en el azote de dios

De tu figura solitaria nadie compone una sola canción, maestre calavera de sombrero negro y botas pesadas, brilla la ciudad en tus zapatos caminantes, cada motel y calle pasajera en el recuerdo a fuego de una mente perturbada, cada esquina parecida a la anterior y la venidera, cada rincón explorado e inexplorado de sutilezas y estruendos por venir y pasados,
¡cada cierto pago en sangre es insuficiente!, mañana es el venir, el momento es el pasar insuficiente solitario y calavera, y calavera para siempre caminando por la ciudad sin ser visto ni sentido


-Joaquín Madariaga

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