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24 abr 2013

Un blues


El baile del blues es tan sólo una pieza nena, como una araña que camina sobre la mente genérica, y el pelo de sólo una pieza entre zapatos engominados y vino, se nos va toda la vida en escalas mientras la batería sigue su ritmo entre marchitas rosas, las cosas bajan para corroborar la emoción, y el barman asiente entre notas y notas cuando mis sensaciones de pista se acrecientan, las dudas y la guitarra me parecieran decir, te lo estás perdiendo chiquillo

Y tu hermano, ¿qué es del hermano?, ¿habrá muerto o sólo se fue a fiestear?, mañana en la tumba lo encontrarás sin conocimiento alguno, y las exequias sólo serán un canto más, una pieza que se ajusta al compas de tus propias pisadas en la oscuridad, se te está yendo chiquillo entre los bostezos en tu silla alquilada, y mañana aquella negra roja araña sobre tu cabeza cantará hasta dormir, y las ratas tocarán violines entre interludios de los bajos en las bandas de apoyo, hurgando en mí las solitarias apariciones de un cantante furtivo con la multitud, algún desquiciado que como cualquiera toca su música y la siente de por sí

Es una gota de café en las mesas mal cuidadas, hoces que con destreza cortan tripas al caer del tejado, y gatos que maúllan a la luz de la luna, inyectados en ojos de sangre, y nosotros cantando afuera, ya que nos han echado de nuestra propia suerte, esperando nada más que algún significado vago y pasajero para cualquier pregunta, tormentas de juicios en la confusión de las luces que aparcan en los estacionamientos, respiros flameantes que infligen nuestros sentimientos, las guitarras en el mar se van durmiendo, y la banda de apoyo se sumerge tocando hasta el final de nuestras voces, entre la confusión de una llamarada de escopetas que disparan al aire con voz de pronto blues nostálgico

-Joaquín Madariaga

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