¿Qué tendrán estos hombres
que yo jamás tendré?
Estos perros viejos,
que aunque muertos estén,
no se silencian nunca,
y siguen aullándole a los planetas
bajo la imborrable luna.
¿Qué tendrán estos perros viejos
que yo no tengo?
Luego de qué sueño, de qué lugar,
de qué momento, lograron la inmortalidad
estos buitres; estos malditos se rieron
de las generaciones pasadas,
se enfrentaron a los toros
aun cuando les faltaban
dientes y esperanza.
Las avenidas que cruzan las metrópolis,
dan evidencia de los gemidos herejes,
de lo cloacal; el nuevo poeta joven,
pueril de la provincia,
carne para sabuesos,
desgarrado moralista;
abraza en la madrugada a los perros mortecinos;
a la desteñida luz de la ampolleta
baila entre la carne
y el papel: el objetivo está claro,
Hacer del esquirol el más grande poeta,
luchar contra el torero con el toro
y el perro; crear poesía, pisoteándola,
desnudándola, hacer de ella nuestra más bella dama
o la más puta rancia;
y eso es lo que yo tengo
y lo que ellos tuvieron,
y por lo que aún aullamos.
-Pablo José Luis
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