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2 jul 2013

Nuestra edad más incierta

Tengo la mala sensación
De haber sido engañado por
Los latidos del corazón,
Que chocan contra la carne
Al encontrarme a mí mismo
Cerca de parques secos, ciudades sufrientes,
Mujeres desconsoladas, establecimientos odiados,
Todo en una especie de torbellino insoportable.

Cayendo nuevamente en la infinidad de las tierras,
Pienso, veo caer, me caigo,
Luego veo, luego pienso en los miles de rostros
Que deben de poblar los vientos de las naciones indiferentes.
Somos seres que se provocan la ignorancia por los placeres,
Y caemos, siempre cayendo en lo terrenal de nuestros atlas frívolos,
En nuestros cuerpos, lentamente, llenamos de oscuridad
Nuestros corazones coagulados por nuestro pasado
Y la suerte que ha de llevar la verdad a la tierra
Se esconde en el hedonismo.

Y la pobreza de la tierra
Me obliga a tomar el camino de los sueños
Y de las esperanzas,
Pero como dormir cuesta cuando se sufre,
Cambio la pala por un lápiz, y me entrego súbitamente
A la tarea de escribir rutas, senderos, caminos, pasadizos,
Con la misma perseverancia de los viajeros errantes
En pleno desierto.

Encima de los mares oigo tu silencio,
Delicado como las burbujas,
Y el inocente mirar de los recién nacidos
Me abraza y me siento vivo.
Lleno del vicio de la esperanza,
Atado y ahorcado a la canción
Que en tu piel habita
Tan estruendosa,
Tan fuerte,
Como los gritos en la hora del amor.

Yo quiero estar contigo,
Pero se opone la masa terrenal,
Aunque la tierra y el destino
Jueguen con nuestras expectativas,
Me duermo en espera de romper
Con el silencio y aparecer ante tus ojos.

Nada es lo mismo,
Las calles están impregnadas
De tus huellas,
Y pareciera que una risa
Cortara las murallas del mundo,
Dejando florecer un sol nuevo,
Que cae como un peñasco
Ante nuestro hogar lejano.

En mis maletas no cabe la razón
Del por qué de mi elección
De subordinarme a tu sentencia
Entre el amor y el adiós.

Y finalmente brota de mis entrañas
La luz y el sonido de tu nombre
Como si todos los mundos posibles
Me susurraran a quedarme contigo
Bajo la sombra de tu inapresable amor.

Relaciones resquebrajadas
Por los vicios del mundo nuevo
Emergen en la piel de todos los perdidos
Tu mirada frágil como la gaviota

Tú eres la claridad del universo
Sobre la tierra oscura
Y dentro de las arterias de Venus,
Soñolienta de castigo,
En el eterno deber de querer subir
Y empezar una historia original,
Compañera otoñal.
Cada vez que sientas angustia
O tengas un dilema
Lo voy a cambiar
Y la risa póstuma será una ambrosía
Para mi encadenado espíritu.



No miento, no te engaño,
Cuando las épocas se presenten,
El mareo de mis brazos se agolpará
En tu espalda y cadera,
Sellando la pena entre los labios
De un honesto resplandor
En nuestra edad más incierta.


-Pablo José Luis

 

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