Nací y morí idolatrándote
mirándote desde lejos, desde tu mirada infinita,
empujado y arrastrado por aires draconianos a tus labios,
al sonar de las campanas del olvido,
hasta los mares de alcohol, de ron,
de añejas alfombras
rajadas por los pies mundanos
de la discordia.
Hoy vivo loco,
estropeado por los mares de gente peculiar,
normal y zarrapastrosa,
miro a lo lejos de tu
mirada,
pienso a través de tus
labios y veo la infinidad
que me contempla cual cazador a un ciervo,
en las llamas de tu figura mezclo mi esencia
de joven sano y enfermo
con tu sombra, que ha de ser el juez de mi captura,
de mi muerte inmerecida por querer ser el mal menor
en el portal de tu vida
Ahora caigo en conciencia de mis penurias,
y nado incansablemente entre tus pliegos y busco
como un zancudo llegar al
torrente de vida,
de tu sangre, de tus años perdidos,
en los que pude ser un engrane más,
entre
las multitudes. -Pablo José Luis
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