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12 may 2013

En algo más que todo

Aquella llovizna, recuerdos de aquella llovizna en días de invierno caminante, aquellos recuerdos se congelaron en destellos de nieve, y si bien no olvido, no duele ni tampoco no siento, y si bien recuerdo no es que importe, ni que por el contrario que no, sólo sé que aprendí, de aprender caminando, porque caminé ciertamente dependiendo de todo, porque del todo yo, y yo con el todo, de todo lo demás, con ellos nunca me puse de acuerdo, y a suerte de mi imaginación yo también fui llovizna pero no fui un todo, como todos ellos que en el camino perdí, y de nada me hice tapándome con grandes hojas que en el camino encontraba, para creer que era algo más en el frío del suelo, buscando algo que buscaría con querer

En mi propio pasado me acurruqué, en murallas olvidadas de sus nombres, conversé con las lapidas, conversé con los epitafios queriendo entender, en las mesetas altas de la tierra me topé con otro yo, en donde todo futuro posible me llevó, asolado alimentándome con la brisa de la tierra, en donde yo nunca podría haber sabido como encontrarme, en las murallas, y los lagos, de las afamadas planicies del camino, en donde yo deambulé caminando sin mi voz, cantando con voces de sueños y caricias que nunca encontré allí, allí donde las campanas suenan tan fuerte que no te dejan pensar, mirando al frente, a veces mirando hacia arriba, sin nada que pensar 

Y muy lejano redoble acarició mi pelo, luego de tanto buscar, encontrado yo, ¡encontrado yo!, ya no más de sendas sin rumbo, ya no más de probabilidades altivas pero tristes, allí, justamente allí donde todo tuviese un sentido, para poder despertar de aquel mal sueño del caminar, había un lugar donde yo vi, yo lo sabía como sabía que soñaba, como sabía que había encontrado una multitud confusa, pero te perseguí como quien busca el sueño, perdiéndome en los callejones, en donde me preguntaría una y otra vez más por donde doblar, pero para cuando te encontré, ni los caminos, ni los lagos, ni las murallas, ni aquella
atronadora pesadilla, ni los pasajes y los caminos de espinas poéticas, ni el sueño en sueños, dulzura de tu hermosa mirada y las manos de tu poderosa alma, viva y preciosa, como sólo tú puedes ser, como para que todo de aquel mal sueño nada importe y desee mañana volver a besarte, despertando junto a ti, queriendo volver una y otra vez más

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